Ganamos las olimpiadas
Que picados que somos. Ya porque vemos a los ingleses gozar con sus juegos olímpicos, por acá no quisimos quedarnos atrás y alguien, no sabemos quién todavía, pero ya se sabrá, decidió, a la velocidad de Juan Paredes, organizar nuestras propias olimpiadas en Ecuador.
No hubo inauguración como en Londres. Tampoco una reina botándose en paracaídas. Menos un mister Bean haciendo carcajadear a la tribuna. Pero en vez de esos adefesios tenemos a nuestro rey que se quiere fajar a golpes con un tal Zenón Moreno, el hermano del rey que cuenta chistes homofóbicos y la hermana de los dos, que no hace ni lo uno ni lo otro, pero igual se da modos para ganarse su puesto en la monarquía.
Y el señor Domingo Paredes no será mister Bean, pero cómo nos está haciendo gozar con los datos que salen de su Consejo Electoral. Vean nomás:
Que Alexis Mera se cambió de equipo y fue a parar al de Fabricio. Que Doris Soliz se cansó de ser verde y se cambió al movimiento Suma. Que el Corcho Cordero no ha estado nunca afiliado a Alianza País y ha sido un socialista. Solo falta que Rafael aparezca en Madera de Guerrero y Nebot en AP, el loco que ama en el PSC y el líder del Creo en el Ateo. Jajaja.
Hasta villa olímpica tenemos. Miren sino en que se han convertido los patios del Centro Nacional Electoral, en el que pululan los y las hombres y mujeres que han batido récords mundiales. Dalo Bucaram, el único futbolista que colgó los botines porque la Patria lo necesitaba; Gilmar Gutiérrez, recordman en sapitos y lagartijas, Lourdes Tibán, medalla de plata en lengua larga porque la de oro se la lleva el que sabemos; Gustavo Larrea, especialista en Tirofijo, Lenin Hurtado, campeón indiscutible en lanzamiento de piedras y hasta Alberto Acosta, finalista solitario de los saltos largos en Montecristi. Ah, y el Corcho en natación, porque nada de nada. Mucho equipo sinceramente. Solo espero que no hayan repartido tantos condones para que no se desconcentren los muchachos.
Pero la mayor emoción está en el coliseo del colegio Benalcázar. Allí si bien no actúan los héroes olímpicos, es donde se decide la entrega de las medallas, donde se juegan la vida los atletas.
Por eso se los ve tensos, nerviosos, enojados. Se pasan peleando con jóvenes que solo son digitadores de un sistema que ha resultado tramposo, que quita y pone firmas donde no debe, que fue manipulado por una mano misteriosa y peluda, con claras intenciones de hacer de este evento una noticia mundial, para desplazar de las primeras planas a la competencia de Londres. Qué mala gente. Hasta la mamá de Julian Assange prefirió venir de espectadora a nuestro país y no estar cerca de su hijito travieso. Por eso los ingleses están enojados, porque su estadios no se llenaron, porque el turismo no llegó como lo esperaban. Los que no fueron allá, están aquí, observando las olimpiadas del fraude, de la trampa, de la manipulación y la estafa. Debe ser la primera olimpiada en la historia que reparte medallas en base a esos artilugios. Por lo menos esa olimpiada la ganamos de largo.
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